domingo, 13 de febrero de 2011

Ricardo Vergés: Cómo sobrevivir a 20 años de política económica

Ricardo Vergés: Cómo sobrevivir a 20 años de política económica: "


Breve introducción previa al artículo de Ricardo Vergés


Gracias al doctor Vergés nos podemos enterar de hasta qué punto ha llegado la locura económica en este país. Sobre las soluciones que se barajan no tenemos noticia ni nos enteramos, porque son a puerta cerrada y la parte española debe seguir ocultando todos los datos que puede aún en las reuniones al más alto nivel en la UE. Pero por Internet, entre los que conocen algo el tema se apuntan algunas soluciones. Entre ellas quiero destacar dos:



  1. La salida del euro. Esta solución parece olvidar que la deuda está contratada en la moneda comunitaria y con entidades financieras extranjeras. Salir del euro, obtener una nueva peseta y devaluarla supondría aumentar aún más la carga por el lado del pasivo. Esto serviría sólo si los créditos se hubieran contraído contra entidades nacionales. Pero no es el caso. Por otro lado, a largo plazo no habría manera de sostener esa nueva moneda contra unos inversores que terminarían apostando a favor del default del país.

  2. La quiebra de entidades y promotores no solventes. Esa es la solución, pero se encuentra con un grave problema. Las entidades que quiebren dejan de devolver el dinero prestado a Europa y todo parece indicar que en Frankfurt eso no lo van a permitir. En consecuencia, adivino que los mensajes del BCE a MAFO deben ser bastante claros: es el estado quien soportará con deuda pública a bancos, cajas y a poder ser también promotores directa o indirectamente. De esta forma se garantiza que retorne el dinero mientras el país se apaña como mejor puede en sus diferenciales con el bono alemán cuando comiencen a subir los tipos de interés. Porque una vez se concentra el problema en la deuda soberana, entonces se pueden hacer refinanciaciones de emergencia para impedir que quiebre el país a cambio de drásticas subidas de impuestos y enormes recortes de gasto público.

  3. La solución de quebrar bancos, cajas y promotores insolventes nos iba a permitir hacen borrón y cuenta nueva. Sin lugar a dudas todo un respiro. No olvidemos que el riesgo del acreedor es precisamente la insolvencia de su cliente. Pero la solución de que el estado absorba y garantice o avale las entidades insolventes nos va a provocar una recesión larga, profunda y muy dolorosa a largo plazo por la pérdida de PIB real que va a suponer una gran bolsa permanente de parados, salarios por los suelos (600 euros será una bicoca) y precios de activos inmobiliarios hundidos. Por supuesto, va a ayudar muy poco el bajo nivel formativo de nuestros jóvenes y la escasa cultura empresarial del país. Amén de que se nos van a quedar colgados de nuestros santos cojones esas infestas ladillas que tenemos por políticos (y sus familiares, amantes y amistades estratégicamente distribuidos todos ellos en los puestos administrativos clave), dispersos en 17 comunidades y que van a dificultar mucho con sus corrupciones y normativas cualquier atisbo emprendedor de cierta envergadura.

  4. Si el país tuviera un mínimo de cultura económica (de haber sido así no se habría producido la burbuja inmobiliaria), entonces la población ya estaría retirando todo su dinero de las entidades financieras para que estas quebraran cuanto antes mejor, haciendo imposible incluso el rescate con deuda pública. Y una vez se descubrieran las saneadas, volver a introducir el dinero en el sector bancario. Lamentablemente eso no va a ser así, y la hybris no se va a consumar hasta que el cuerpo social se trague la última gota del ajenjo que se ha destilado durante estos últimos 20 años de nefasta política económica. Además, y como se verá más adelante en el artículo, las unidades familiares más jóvenes soportan un nivel inferior de renta disponible que la generación que les precede, pero mayor que la siguiente a no ser que se opere un cambio de modelo económico que todavía no se vislumbra.

  5. La caída del precio de la vivienda es precisamente lo que se está impidiendo a toda costa, para tener que provisionar en menor cuantía. De forma que el problema aún se terminará agravando más si cabe porque, a diferencia de ahora, se asumirá que la vivienda “es un bien que cada vez vale menos”. Y eso para este país de propietarios es un golpe terrible en las espinillas del ahorro y la inversión.

  6. Por otro lado, y sólo como recordatorio, el país se enfrenta al final del petróleo barato en la peor condición posible. Volveremos a ver carruajes (de hierro) tirados por machos como medio de transporte por las carreteras españolas en menos de 5 años.


Finalmente y por si no ha sido bastante, se encuentra un asunto que muy pocas veces aparece en los análisis económicos sobre la posición futura de la economía española, salvo para el tema de las pensiones. Es la demografía. Dada nuestra pirámide de población y que hoy el desempleo se concentra especialmente en las franjas de edad inferiores a los 30 años, veo muy complicado que el país vuelva a crecer por encima del 2,5% hasta dentro de 10-15 años. Y ya sabemos que en España no se genera empleo neto si no se crece por encima de ese porcentaje. En consecuencia, una vez se estabilice la población empleada sobre los 16/17 millones, esa será la cantidad de trabajadores que van a cotizar (recordemos que con nóminas muy bajas) durante mucho tiempo. Soportar en consecuencia un creciente volumen de pensionistas (unos 11 millones para cuando podamos empezar a crecer) será tarea ardua y complicada. Dudo mucho que el país pueda soportar del 2012 en adelante una factura de pensiones anual por encima de los 80.000 millones de euros.




Cómo sobrevivir a 20 años de política económica


En mis Tribunas de Observatorio Inmobiliario explico por qué lo que preví desde 1999 ha ido cumpliéndose, y al parecer de forma inexorable (1). No es fácil hacerlo entender: la ciencia económica no está aún en la calle, como lo están hasta cierto punto las ciencias de la salud o del medio ambiente. Incluso a algunos se nos considera como a médicos de Molière, muy criticones pero sin verdaderos remedios, lo cual no es del todo cierto… o tal vez sí.


El mayor problema que tenemos en España es la subordinación del conocimiento al pensamiento político. Quienquiera que desee contribuir al interés general, se verá obligado a ir en la dirección de la brújula de lo políticamente correcto. Y sólo sobrevivirá si mira a otra parte cuando lo políticamente correcto se desvía significativamente del interés general. Dado lo inadmisible de esa coerción, es urgente sustituir la brújula política por una especia de GPS que permita compartir su propia trayectoria con la de los demás en sus respectivas actividades.


En materia de mercados, los más eficientes GPS son los sistemas de información, en particular las estadísticas. Por eso gobiernos y agentes se pelean no para utilizarlas, sino para controlarlas y manipularlas. Esa pelea puede tener efectos indeseados, como la de ocultar el avance de esa burbuja-elefante que acaba de cumplir diez años y que puede avistarse en el gráfico 1 de mi anterior Tribuna (2) publicada en esta revista.


En ese texto hablaba precisamente de las vicisitudes de la información cuantitativa, sistemáticamente minorada con el fin de demostrar a Europa que no hay para tanto… Esta vez esperaba hablar de información cualitativa, es decir de precios, pero los datos coyunturales del año 2008 son tan impactantes que prefiero proponer una reflexión sobre el más acuciante cascote del derrumbe español: la carencia de liquidez. Pero antes conviene precisar algo acerca del pensamiento político que ha presidido la era del ladrillo.


Modernidad y nueva economía


El éxito del auge económico español se ha visto supeditado por ideas básicas no explícitas, aunque muy arraigadas en el inconsciente colectivo, verdades supuestamente eternas e infalibles y además reforzadas por la ideología de la llamada Modernidad. Esas ideas son también las de la llamada Nueva Economía. Veamos algunas de ellas:



  1. El desarrollo es alcanzable por vías distintas a las de la tecnología.

  2. El desarrollo es financiable por fuentes distintas al ahorro.

  3. El desarrollo es alimentable por mercados libres de regulación.


Ocurre entonces que cuando tales ideas se revelan efímeras e ilusorias, los mercados empiezan a tambalearse a pesar de toda la parafernalia que les arropa.


Desarrollo: Tecnología vs. Ladrillo


En términos de desarrollo, nuestro país ha vivido sus años gloriosos a partir de 1950. Lo sé porque antes de emigrar a Francia para poder cursar carrera sin dejar de trabajar, la mitad de los pantanos de España y demás equipamientos realizados con la tecnología avanzada de entonces, habían pasado por mi tablero de delineante. O sea, que a pesar de la represión y de la huida de cerebros, este país sabía lo que era la tecnología y no sólo por encima del Ebro.


La historia explicará algún día por qué, ante las exigencias prescritas desde 1986 para la entrada en la Unión Europea solicitada por los gobiernos de Felipe González y Mario Soares, estos respondieron con ambivalencia con el fin de embolsar las ayudas prometidas de cara al desarrollo tecnológico para, acto seguido, sustituirlo por algo más facilón y con más glamour, como podía ser lo residencial, lo turístico o los servicios (3).


Ahora toca encararnos con el retraso tecnológico acumulado que ha hundido nuestras exportaciones y que nos impide conseguir lo necesario para poner de nuevo en marcha el contador de nuestro futuro desarrollo. Los recientes datos de Cuentas Regionales, plasmados más adelante en el gráfico 2, muestran hasta qué punto la situación productiva es crítica, incluso en zonas como Cataluña o Baleares, donde, sin embargo, el impacto del último tramo de burbuja ha sido menor que en la Meseta Noroeste.


Financiación: ahorros vs. liquidez ajena


Nuestros dirigentes ignoraban la suerte que corre cualquier desarrollo mal planteado. Lo que no podían ignorar es que el ladrillo y todo lo demás iban a costar caro. Tampoco ignoraban que a los españoles les gusta vivir y que también esto cuesta caro, de modo que no se distinguen por ser ahorradores. La solución del problema era pues ir a buscar fuera el dinero para lanzar la oferta, confiando (y así ha sido) que la demanda seguiría. En mis anteriores tribunas he contado de dónde ha salido la financiación de cada uno de los tres auges del ladrillo:



  1. Auge 1987-92: diferencial entre tipos de interés e inflación (4).

  2. Auge 1997-02: después de Maastricht, retorno de beneficios evadidos (5).

  3. Auge 2003-07: después del euro, liquidez interbancaria de Frankfurt (6).


El actual problema de liquidez proviene de este último auge. Intentemos explicarlo. Si compro con dinero prestado aquí, me pongo a trabajar con lo que consigo, ahorro y devuelvo las cuotas. Es el primer eslabón de la cadena. Mi prestamista las ingresa en su banco y puede repetir el préstamo. A menos que decida comprar con ellas bienes y servicios a un tercero, quien depositará a su vez el dinero en su banco, que podrá prestarlo de nuevo. En ambos casos, se añade un segundo eslabón a la cadena y así indefinidamente. Estas cadenas son multiplicadores bancarios, que funcionan como las cadenas de proteínas que pasan de un ser vivo a otro. Los multiplicadores parecen no tener límites, pero de hecho hay que recomponerlos de vez en cuando acudiendo a las subastas monetarias. Las financieras son otra cosa.


Pero, ¿qué ocurre si voy a buscar dinero de fuera? Pues que cuando el dueño del dinero percibe las cuotas, se las lleva allí donde pueda iniciar su propia cadena, mientras que aquí la nuestra se interrumpe y los bancos se quedan sin liquidez. Los efectos son tremendos, como muestra el siguiente caso relativo al mercado de compraventa de viviendas del último semestre, documentado por el Anuario 2008 de Estadística registral inmobiliaria.


En compraventa siempre existen compradores potenciales, puesto que no todos se resienten de la crisis de la misma manera. Lo que no suele abundar es la demanda al contado, es decir capaz de prescindir de toda financiación, porque la mayoría de los que acuden al mercado lo hacen por primera vez y no han ahorrado lo bastante.


Entonces, al escasear la liquidez, los bancos se ven obligados a racionar los préstamos para vivienda de segunda mano y así prestar todo lo posible para vivienda nueva. La razón de ello es que los promotores deben vender sus existencias para liquidar sus propios préstamos al banco local y que éste pueda devolverlo de inmediato al banco extranjero que se lo prestó. Es ahí precisamente donde se rompe la cadena del multiplicador, puesto que, como hemos visto, transferir al exterior nos deja sin liquidez. Y como es ilusorio volver allí para refinanciar, resulta que la propia escasez se retroalimenta. Corolario: la inversión con liquidez exterior es la más alta expresión de insolidaridad económica interna (7).


Cabe entonces preguntarse ¿por qué los mercados monetarios no están regulados para evitar que sean utilizados como mercados financieros y así evitar tales situaciones?



Mercados monetarios: libertad vs. regulación


Cuando la fuente monetaria se trasladó a Frankfurt, hubo que transferir las deudas de liquidez nacionales al propio mercado interbancario europeo. Pero los niveles de dichas deudas en relación con sus propios PIB eran muy dispares entre países. Por eso se pasaron tal cual al euro, cruzando los dedos para que ningún país acrecentara unilateralmente su deuda y se aprovechase así del joven euro.


Observamos ahora que sólo España e Irlanda han trasgredido esta regla. Precisamente, para evitar que esto ocurra de nuevo, se recomienda fuertemente no provisionarse de liquidez en el mercado interbancario de Frankfurt a través de los demás bancos. Sino ir a pujar directamente en la subasta monetaria del Banco Central Europeo cuando sea menester (8). El gráfico superior adjunto, ya presentado en las dos anteriores tribunas, muestra lo ocurrido desde 1999, primer año expresado en euros. Los datos son los publicados recientemente por las Estadísticas Financieras Internacionales, principal publicación mensual del Fondo Monetario Internacional.


Según esta fuente, los créditos obtenidos en Frankfurt desde 2003 han ido incrementándose hasta totalizar 365.000 millones de euros para España, y 210.000 para Irlanda (9). Estos incrementos son mayoritariamente responsables de la crisis europea de liquidez (el Plan Sarkozy anunció cifras de la misma magnitud…). Los que somos conscientes de ello, lamentamos tal situación, unos como deudores y otros como acreedores.


Lo cierto es que, por descomunales que sean, estos préstamos deben devolverse rápidamente, ya que no suelen ser a largo plazo y que existen serios indicios de haber sido consentidos con base en informaciones sesgadas acerca de la naturaleza, volumen y ubicación del desarrollo que los justifica. Y también acerca de la capacidad de devolución en los plazos convenidos (de ahí el interés) de varios países europeos de conocer de primera mano la situación real de España).


De hecho, en los últimos seis meses Irlanda ha devuelto un 24,2% de su deuda y España tan sólo un 9,3%. La devolución no parece plantear demasiados problemas a Irlanda, puesto que los préstamos se han ido principalmente a ampliar empresas de alta tecnología y altos rendimientos, lo que permite de paso liquidar a ritmo previsto las hipotecas de su nada despreciable burbuja inmobiliaria. Ello no es óbice para una seria reprimenda: imaginemos lo que hubiese ocurrido si los demás países hubieran conseguido tanta liquidez para su propio desarrollo, con o sin la guinda de alguna que otra burbuja ladrillera


Obviamente, el caso de España es más complicado, ya que sólo se están devolviendo intereses y el relativo esfuerzo amortizador de los últimos seis meses (41.000 millones de euros según el FMI) desapalanca nada menos que el mercado de segunda mano, como hemos visto. Por lo demás, el riesgo de nuestros préstamos es muy elevado, dado que no ha servido para alta tecnología, sino para faraónicas urbanizaciones en la Meseta y el Noroeste, que difícilmente pueden servir de garantía.


El fracaso de la nueva economía


La Nueva Economía, con era del ladrillo, desinterés por la agricultura e industria y plétora de servicios a cuestas, ha hecho mella en la economía de las regiones españolas (10). Sin embargo, algunos de sus más insignes instigadores no lo entienden así y continúan reclamando el retorno al ladrillo. No mantendrían esta posición si examinaran los resultados obtenidos durante los últimos 20 años… O si se dieran una vuelta por la oficina bancaria de la esquina. El siguiente gráfico, elaborado a partir de la Contabilidad Regional de España, muestra la evolución de la renta por hogar en euros de 2006 a lo largo de la era del ladrillo. La Comunidades han sido agrupadas por niveles de renta. Las líneas de puntos son las propias rentas medias, mientras que los trazos gruesos del mismo color son las mismas una vez deducida la cuota hipotecaria (11). Esos trazos continuos representan la capacidad adquisitiva y ahorradora media del hogar de cada grupo de comunidades suponiendo, obviamente, que la carga hipotecaria se distribuye entre los hogares del grupo como la propia renta.



Observamos que desde el principio de la década actual, las líneas de puntos han evolucionado de forma diferenciada. Aparte figuran en cabeza “Euskadi-Navarra” y Madrid. Con relativo crecimiento se encuentran los grupos de la Meseta y del Noroeste, es decir “Aragón-La Rioja-Cantabria”, “Castilla y León-Asturias-Galicia” y “Extremadura”. Y con relativo decrecimiento se hallan los grupos del Litoral, a saber, “Cataluña”, “Baleares” y “Comunidad Valenciana-Murcia-Canarias”. En cuanto al grupo “Andalucía-Castilla la Mancha” es muy diverso, con provincias crecientes como Málaga o Toledo y otras decrecientes como Cuenca o Córdoba, y con una tónica general de ligero decrecimiento. Por supuesto, en 2008 todas las comunidades caen a la vez. En definitiva, la economía puede vivir del ladrillo, pero el hecho de vivir de él no añade nada a la economía: ¡Cómo hemos podido ignorarlo!


Observamos también que la carga hipotecaria, es decir la diferencia entre líneas de puntos y trazos continuos, crece de forma desmesurada desde finales de los 90. El resultado es una reducción sin precedentes de los medios de vida y, por consiguiente, de la capacidad de ahorro.


Soluciones a la crisis


No hay muchas por el momento. En efecto, dado que nuestros bancos no están en medida de devolver su deuda por liquidez al mismo ritmo que Irlanda, no podemos pensar en relanzar la economía. Hay que conseguir pues aliviar la presión sobre la deuda privada contraída con los demás bancos europeos. La apertura de una mesa de negociación entre deudores y acreedores, moderada por las más altas instancias europeas, aparece indispensable. Antes debemos recopilar y publicar información: ¿Quién es quién, tanto de un lado como del otro? ¿Qué cantidades están en juego? ¿Qué inversiones están previstas en los contratos? ¿Cuáles de ellas han sido efectivamente llevadas a cabo y dónde? ¿Cuáles son los términos previstos para su recuperación? ¿Qué valor efectivo tienen las supuestas garantías? ¿Qué alternativas existen a la devolución, tales como la participación en empresas productivas españolas, ya sean públicas, privadas, etc.? ¿Qué posibilidades hay de que los acuerdos sean asumibles desde un punto de vista tanto social como territorial?


Sólo el reconocimiento previo del problema de la liquidez y la voluntad de resolverlo de forma clara y transparente por parte de los implicados tranquilizará a la vez a los ciudadanos de aquí y de allí. Y sólo tras avanzar hacia soluciones concretas podremos encararnos con los demás problemas derivados de la desastrosa política económica llevada a cabo durante las últimas décadas. Mientras tanto, habrá que cesar de controlar la información desde el poder y de privar de cancha y hasta de sustento a cualquier producción “inadecuada” de conocimiento.


Notas


(1) Consultar los Informes trimestrales de Coyuntura del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos. ricardoverges.com/pdf/199.pdf.


(2) Observatorio Inmobiliario y de la Construcción nº 37, pág. 60. ricardoverges.com/pdf/Factura.pdf.


(3) En el caso de Portugal, el propio Cavaco Silva reconoció unos años más tarde que tal vez la construcción de 10 estadios de fútbol tuviera algo que ver con la posterior bajada del PIB.


(4) ricardoverges.com/pdf/Secuelas.pdf.


(5) ricardoverges.com/pdf/Desenlace.pdf.


(6) ricardoverges.com/pdf/Ladrillo.pdf.


(7) A menos de venir compensada por una inversión equivalente en el exterior, lo cual es ahora poco menos que imposible al nivel monetario o de liquidez. En cambio, sí lo es al nivel financiero o de ahorro, pero con los mismos efectos, como ocurrió durante el auge de Maastricht (1997-2002) cuando llegaron a España 136.000 millones de euros y que al mismo tiempo salieron 240.000 millones hacia América Latina. La mayoría de este tráfico tuvo a la Comunidad de Madrid como origen o destino, por ser la capital donde se ubica la inmensa mayoría de sedes sociales de las empresas españolas que cotizan en bolsa.


(8) Mi colega de la Universidad de Colonia Juergen Donges ya lo dijo en 2007: “España se está quedando con toda la liquidez generada por los bancos europeos, con el fin de financiar sus viviendas. Eso es una burrada (sic)”.


(9) A ellos hay que añadir el colchón habitual que en estos países era de alrededor de 70.000 y de 30.000 millones respectivamente, cifras que debieran haber evolucionado solamente como el respectivo PIB


(10) Menos en Euskadi, donde los GPS informativos son más eficientes y la desinformación más difícil. En cuanto a la relativa prosperidad de la Comunidad de Madrid, es debida no a su aporte productivo, sino a la centralización de servicios de ´mbito nacional y de las sedes de las empresas periféricas.


(11) La estimación de las cuotas hipotecarias se realiza con el modelo QDAM, a partir de la contratación registrada de hipotecas publicada por el INE y del saldo vivo hipotecario según el Banco de España. Por tanto, tal estimación es coherente con dichas fuentes, pero contiene sus límites, pues ignora en su caso el periodo de carencia de amortización que representa la duración de las obras, así como el plazo entre crédito concedido y crédito dispuesto que depende del ritmo de las mismas. Osea, que el modelo adelanta importes que de hecho acabarán pagándose más tarde. Pero este adelanto no alcanza valores significativos y de todas formas acabará compensándose… salvo morosidad.


El artículo se encuentra en este enlace en formato pdf. Cómo sobrevivir a 20 años de política económica, Observatorio Inmobiliario y de la Construcción, páginas 53-57, nº 38 del 2009.


El comentario introductorio por parte de Joaquín Ferrer Benat.



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