¿Acertará Kike Vázquez en su blog de Cotizalia ?
Asia ha sido a lo largo de la
historia una importante potencia económica a nivel mundial. El
desarrollo en los últimos años de Japón, de los tigres asiáticos o de
China no es fruto de la casualidad, en realidad si lo comparamos con el
pasado es una vuelta a la normalidad. Asia está aquí para quedarse. Es
cierto que a nivel individual existen desequilibrios muy fuertes, algo
de lo que ya he hablado en numerosas ocasiones en esta sección, pero
ello no impide que como zona geográfica y en conjunto tengan mucho que
decir. De hecho quieren decirlo, y he aquí mi entrada de este semana,
sobre un hecho de gran importancia que ha ocurrido en las pasadas
Navidades con los dos principales actores de la región como
protagonistas.
El pasado 26 de diciembre se publicaba que Japón y China habían llegado a un acuerdo para prescindir del dólar en sus transacciones comerciales,
algo que ocurrirá paulatinamente a partir de ahora. Las implicaciones
de esta noticia no se circunscriben al corto plazo, de hecho podemos
observar en el mercado de divisas que actualmente el dólar es el rey y
que si alguien lo pasa mal ese es el euro y no la moneda estadounidense.
Otra cosa bien distinta es el largo plazo, y es aquí en donde quiero
dar mi opinión al respecto.
Los
prolegómenos de esta historia se remontan a los años noventa, cuando
vivimos la conocida crisis asiática. Los países afectados así como sus
vecinos dijeron “nunca más” y a partir de entonces comenzaron a almacenar divisas internacionales en reservas
para tratar de evitar los shocks externos. No solo les otorgaban
seguridad, también resultó ser una fantástica forma de "gestionar" el
tipo de cambio en sistemas como el chino: más reservas, menos presión
sobre el tipo de cambio, más superávit comercial… más reservas y el
ciclo sigue y sigue debido a su ahorro interno. Además por aquel
entonces comenzó a gestarse una cooperación interregional dada la dudosa
(y complicada) labor realizada por el FMI. Parecía necesario prescindir
de occidente y empezaron a debatirse ideas como un fondo de ayuda
propio, como un área monetaria común, y en general, aunque con
altibajos, se fortalecen los lazos entre los países conocidos como ASEAN, Japón, China y Corea del Sur.
El
sistema tiene un fallo, y es que esos enormes superávits comerciales
vienen obviamente por los déficits de otros, en especial por Europa y
Estados Unidos. O lo que es lo mismo, las reservas internacionales de
estos países se construyen en euros, dólares o activos denominados en
dichas divisas. Es así como se calcula que China ha perdido desde 2003 hasta finales de 2010 aproximadamente unos 271 mil millones de dólares por la depreciación de la divisa norteamericana.
Hablando en términos más claros, los ciudadanos chinos trabajaron
gratis para Estados Unidos desde 2003 hasta 2010 en un montante de 271
mil millones. Una trasferencia de riqueza importante pero, ¿cómo se
explica esto?
Deutsche Bank
Si
le preguntamos a un ciudadano corriente si prefiere tener una deuda con
el banco de 1 millón de euros o un depósito a su favor por esa
cantidad, no tardará en contestar que lo segundo, o como mucho nos
mirará ingenuos preguntándose… “¿dónde está la trampa?” La respuesta si
hablamos de economía internacional no está tan clara. Y es que ser
acreedor tiene sus contrapartidas como ocurre por ejemplo con el efecto
en las reservas chinas, y por otra parte ser deudor también tiene sus
ventajas. Cuando tenemos una cuenta corriente negativa (tradicionalmente
fruto de una balanza comercial negativa, aunque no siempre) y por tanto
nuestra deuda externa aumenta, lo que ocurre en realidad es que
otros países financian parte de nuestro crecimiento, es decir,
disfrutamos de un nivel de vida (al menos desde el punto de vista de las
cifras macroeconómicas) que no nos correspondería por nuestros recursos
propios.
Esto
puede parecer estúpido ya que lo primero que se aprende en economía es
que PIB = C + I + G + X – M (Consumo, inversión, gasto público,
exportaciones e importaciones). ¡Las importaciones restan, lo dice la
fórmula! Y según dicha lógica cuantas menos importaciones mejor. Lo que
no nos paramos a pensar es que esas importaciones se hacen para comprar
productos que son más competitivos fuera que en nuestro país, que esas
importaciones son en gran parte para nuevas exportaciones que
necesitamos, y en genérico cuando un país importa mucho es porque tiene dinero para hacerlo y está por tanto en un momento pujante.
Lo que ocurre es que cuando existe un déficit comercial dicho auge está
financiado por el exterior, vivimos mejor pero gracias a otros.
Se
critica también dicha situación por el empleo, la deslocalización ha
provocado en numerosos países que la industria exportadora se haya
reducido con sus consiguientes puestos de trabajo. Lo que no suele
contarse es la otra parte de la ecuación, en dicha circunstancia se
favorece el consumo interno y por tanto dichos puestos de trabajo se
crean en otro sector. Cosa bien distinta es si es lo que queremos o no,
pero a priori ser deudor o acreedor no es ni bueno ni malo, simplemente “es” y debemos jugar con ello lo mejor que podamos.
El
sistema ha funcionado bien en los últimos años, demasiado bien incluso.
Los deudores están encantados de serlo y los acreedores también, los
primeros por disfrutar de un nivel de vida por encima de lo que les
correspondería, los segundos porque esperan cobrar antes o después lo
que se les adeuda. Así, en vez de “turnarse” y hacer sostenible el
sistema se ha generado una gran deuda por un lado y un gran superávit
por otro, y esto en algún momento se tiene que frenar, de una forma u
otra.
Así llegamos a noviembre de 2010, cuando Bernanke dice: “…the
international monetary system has a structural flaw: It lacks a
mechanism, market based or otherwise, to induce needed adjustments by
surplus countries, which can result in persistent imbalances”.
Que básicamente viene a decir que el sistema monetario tiene un gran
fallo, porque no tiene un mecanismo de ajuste entre deudores y
acreedores. Touché. Y no fue el primero, ya que en 2009 el Gobernador del Banco Central de China (PBoC) Xiaochuan avisaba de que se necesita un nuevo sistema monetario, ya que el actual presenta riesgos sistémicos.
En resumidas cuentas, la presente crisis pareció dar a entender a
muchos que era el momento de “frenar” el sistema y reequilibrarlo, si
bien no está claro ni cuándo ni cómo.
Y
es así como llegamos al presente, China ha escogido su camino. La
fórmula escogida para esquivar los puntos flacos de su forma de actuar,
acumulando reservas, es a través de “currency swaps” o de “bilateral trade agreement”,
es decir, a través de acuerdos por los cuales se prescinde del dólar
para comerciar y por tanto de los efectos negativos de su depreciación.
El del pasado 26 de diciembre con Japón solo es la cúspide de un largo
camino por el que ya han pasado todos sus vecinos (ASEAN – China Free Trade Area)
y muchos otros socios comerciales a nivel mundial. No les interesa
tanto hacer sostenible el sistema como no verse perjudicados por él,
sacándole el máximo partido e intentando situar a Asia en el centro del
mundo. A pesar de los desequilibrios individuales, una gran área de
libre comercio sin aranceles y con acuerdos monetarios, así lo haría.
¿Cuál es la contrapartida de todo esto? Obviamente si unos ganan poder otros lo pierden. Actualmente se dice que un 60% del comercio entre China y Japón se realiza en dólares,
similar situación existe en otros casos, por lo que prescindir del
dólar reduciría la posesión de la divisa. Y ya que los flujos
comerciales junto con la inversión exterior, FDI, son los componentes
principales de las reservas internacionales, podríamos ver una
disminución de éstas. Pregunta, ¿qué ocurriría si los países con
superávits actualmente “pierden el apetito” por la deuda pública
estadounidense debido a que ya no tienen tantos dólares? Ocurriría que Estados Unidos tendría que ajustarse y no de forma coyuntural,
lo que es una gran contradicción con ser el patrón de divisa mundial y
por tanto tener déficits para abastecer al mundo de dólares. Es
decir, o bien EEUU se busca unos nuevos amigos o bien el patrón dólar
estaría en peligro, con todo lo que ello conlleva para el “modelo
económico estadounidense”. Es más, debido a que en Europa
tenemos a Alemania a la batuta con un fuerte ajuste en proceso, parece
que no colaboraremos en una posible solución por lo que este hipotético
escenario se vuelve más peligroso. Todos los problemas empiezan de la
misma manera, cuando nadie quiere dar su brazo a torcer.
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