lunes, 28 de marzo de 2011

Para Japón, la crisis de Fukushima puede marcar el fin de la era nuclear

Leído en www.elblogsalmon.es  20 de marzo de 2011 | 08:00 Autor: Marco Antonio Moreno  

Una cosa está clara: la crisis de Fukushima ha sido mucho mayor a todo lo que han sostenido los expertos y esto ha demostrado que las plantas nucleares no son seguras y que se ha mentido descaradamente a la gente. La agencia de seguridad nuclear de Japón se vio obligada a elevar la clasificación del accidente de la central de Fukushima de 4 a 5, es decir, a la de "accidente nuclear severo" y ayer el gobierno advirtió sobre la presencia de isótopos radiactivos en el agua y otros alimentos. De esta forma, el gobierno nipón ha reconocido la gravedad de la crisis y ha asumido que ésta es mayor a lo que se dijo inicialmente. Es probable que en un nuevo sinceramiento del problema, la eleven a 6, el nivel que tiene actualmente para los expertos franceses. Sólo un punto por debajo del máximo alcanzado por el desastre de Chernobyl en 1986.
Cuando el sábado pasado, el Primer Ministro Naoto Kan calificó el terremoto y tsunami de Japón como "el peor momento para Japón desde la segunda guerra mundial", no imaginó la cruda realidad de sus palabras. Efectivamente, se trata del peor momento desde la segunda guerra mundial dado que el horror de Hiroshima y Nagasaki vuelve a estar presente. Por eso que la pregunta crucial que los japoneses y gran parte del mundo occidental se hace al respecto es ¿por qué Japón abrazó la energía nuclear después de sufrir el horror apocalíptico de la bomba atómica?
Por su impacto a nivel de daño masivo y sus efectos de largo plazo, el colapso de los reactores nucleares de Fukushima dejó en segundo plano las noticias sobre el terremoto y tsunami que asoló Japón, y que hasta el momento han cobrado la vida de 6.600 personas mientras 11.000 se encuentran desaparecidas. Es una triste consecuencia que tiene un motivo central: Fukushima marcará un antes y un después en el desarrolo de la energía nuclear.
Japón tiene actualmente 55 reactores que producen el 30 por ciento de la electricidad del país. Sólo es superado por Estados Unidos, que tiene 104. Y su estrategia a largo plazo, antes del desastre de Fukushima, era elevar la energía nuclear al 50% para el año 2030, constituyéndose en el país con el mayor mix de energía nuclear, pese a haber sufrido en carne propia el desastre de Hiroshima y a sabiendas de estar en un terreno altamente sísmico. Pasar tan fácilmente por alto su pasado y su historia reciente, le ha costado muy caro a la nación nipona: esta vez ha chocado por su propia voluntad con el "horror nuclear", algo que será recordado por generaciones de japoneses. De ahí que a raíz de este grave incidente, el sueño nuclear de Japón se verá interrumpido para siempre.
¿Qué fue lo que llevó a Japón a la aventura nuclear que le ofrecieron las empresas Westinghouse y General Electric de Estados Unidos? Para comprender este fenómeno hay que darse cuenta de la asombrosa recuperación que tuvo Japón tras la segunda guerra mundial. Ayudados por el general Douglas McCarthy en las operaciones y Edward Deming en la gestión de éstas, Japón superó la devastación de Hiroshima con un formidable éxito industrial basado en las directrices del desarrollo económico impulsado por Estados Unidos. Con la salvedad de que Japón, a diferencia de Estados Unidos, no produce petróleo ni gas natural. Esta fórmula de desarrollo económico importado de Estados Unidos, le permitió a la nación asiática disfrutar de cuatro formidables décadas de crecimiento, que la llevaron a ser la segunda economía del planeta.
Sin embargo, en uno de los puntos más álgidos de este proceso, se vivió un momento de inflexión que fue la crisis del petróleo de 1973, considerada una de las tres grandes crisis del siglo XX (junto a la Gran Depresión de 1929 y la actual crisis iniciada en 2008). El embargo petrolero promovido por los países árabes conmocionó a esta superpotencia emergente que dejó al descubierto su alta dependencia del petróleo para alimentar su tasa de crecimiento anual de 10 por ciento. Y a medida que los precios del crudo se cuadruplicaron, las vulnerabilidades de la economía japonesa quedaron expuestas: su dependencia energética comprometía su crecimiento industrial de alta tecnología y su elevado nivel de consumo eléctrico.
Aquí fue donde el ciego optimismo de los políticos aseguró que Japón sólo podría mantenerse a la vanguardia tecnológica con una autosuficiencia energética. Todo lo que permitiera disminuir la dependencia energética del petróleo auguraba grandes beneficios económicos y sociales a Japón. Era el camino que ese país debía adoptar para mantener la supremacía electrónica que lo llevó a encabezar la revolución tecnológica del siglo XX. Para los políticos que abrazaron estas alternativas, el fantasma de Hiroshima estaba demasiado lejos.
Aquí es donde entra la corrupción y el engaño. Para la Comisión de Regulación Nuclear (NRC) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), los funcionarios japoneses tienen una larga historia de encubrimientos y mentiras respecto al tema nuclear. En un reciente cable de WikiLeaks, el diplomático y político Taro Kono, miembro de la Cámara Baja de Japón, señaló que el Ministerio de Economía, Comercio e Industria (MITI), encubrió varios accidentes nucleares y ocultó los verdaderos costos y problemas asociados con la industria nuclear. El año 2002, el presidente y cuatro directivos de TEPCO renunciaron después de informes que demostraban que los registros de seguridad fueron falsificados.
Tales acontecimientos se mantuvieron lejos de la opinión pública, y se dio énfasis a quienes defendieron la energía nuclear como "limpia y segura". Esto demostró la gran incompetencia humana entre equipos, directivos e intereses económicos que trasgredieron todos los principios de seguridad al descartar los protocolos de mantención y funcionamiento. Es un fenómeno que arranca desde el comienzo mismo de la era de la energía nuclear, que paradojalmente comenzó en Japón con los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki con las armas de destrucción masiva que fabricó Estados Unidos.
La historia de la energía nuclear en Japón comenzó en los años 60 con Tepco, pero se intensificó a partir de 1973, y los funcionarios nucleares aseguraban a la comunidad que la radioactividad de la planta aumentaría el cultivo del arroz y la producción de leche. En julio de 1974, el agua de los residuos radiactivos se filtró de un tanque de almacenamiento en el reactor 1 de Fukushima. Más tarde Kansai Electric presionó a Westinghouse Corporation para sustituir el generador de vapor de uno de los dos reactores de Kansai Mihama, tras experimentar cuatro paradas principales en menos de cuatro años.
En septiembre de 1974, tras el cierre de emergencia de 21 de los 55 reactores de Estados Unidos producto de los escapes radiactivos en el reactor 1 de Illinois Dresde, los funcionarios japoneses inspeccionaron los seis reactores de agua hirviendo (BWR), similares a los BWR de Dresde, encontrando defectos similares en Fukushima I y Hamaoka. Lo mismo el año 1975: una parada de emergencia deja al descubierto la fragilidad de los sistema de enfriamiento (ECCS), y los problemas en los reactores BWR de Fukushima. Los reactores de Japón Mihama estaban plagados de "filtraciones" radiactivas y el equipo defectuoso obligó a las autoridades a exigir un reembolso de la Corporación Westinghouse de Estados Unidos. El accidente en el reactor de Mihama el 9 de septiembre de 2004 fue considerado el peor accidente nuclear de Japón, sin que existiera tsunami o terremoto. Pero entonces, nada dijo la prensa.
Una cosa es cierta: las empresas nucleares han mentido masivamente y han ocultado información sobre los accidentes, para hacerlas aparecer más rentables y económicamente eficientes. En el caso de Fukushima, las emisiones de radiación de los reactores han sido excesivas, y barcos estadounidenses las han detectado a 200 kilómetros de la costa. El accidente de Fukushima se califica como peor que el de Three Mile Islands en Pennsylvania, pero menor todavía al de Chernobyl. Esto último, en todo caso, dependerá del curso que tome el accidente en los próximos días.
15 de marzo de 2011 | 05:15 Autor: Marco Antonio Moreno  
No hay buenas noticias desde Japón. Y aunque algunos de los lectores minimizan los hechos pensando que lo que ven es una superproducción de Hollywood (tipo Spielberg o Lucas), lo cierto es que detrás de este gran drama hay gente. Seres humanos que sufren. Las plantas nucleares (para quienes aún las siguen defendiendo) continúan despidiendo radiación y ya hay varias zonas contaminadas. La nube radioactiva se dirige hacia Tokio y espero que ésto sea suficiente para poner de una vez por todas el pie en el freno a ese juguete mortal de las plantas nucleares. Es tremendo pensar que el sismo de 9.0 grados que azotó Japón fue sólo el comienzo de las calamidades. Después vino la pesadilla del tsunami, y ahora la comedia que no acaba de las plantas nucleares.
De acuerdo a los datos que entrega (cuando está en pie, porque se cae constantemente), el System for Prediction of Environment Emergency Dose Information (SPEEDI) de Japón, una publicación de radiación gamma en linea, varias ciudades niponas se encuentran con niveles de alta radioactividad, como Kounusu Naka, con 3.024 nGy; Kadobe Naka: 2.416 nGy; Isobe Hitachioota: 1.213 nGy. Es curioso que el sistema no entregue los datos de Fukushima (donde se encuentran las plantas nucleares), pero esto demuestra que en Japón también hay censura y falta de transparencia. La radiación gamma normal que es tolerable para nuestro sistema humano está en los 80 nGy. Esto indica que los niveles de radiación son 37 veces más altos.
¿Merecemos terminar como chicharrones por la desmedida ambición de las grandes corporaciones energéticas? ¿Cuales son los problemas que impiden aprovechar la abundante energía solar que hay en nuestro planeta? Creo que hay muchos temas que han sido tibiamente abordados por la codicia de unos pocos y ya viene siendo hora de que la humanidad aprenda de que no se puede jugar a los dados con la vida de la gente. El cambio climático tiene mucho que ver con los terremotos que hemos vivido en abundancia durante el último tiempo Haití, Chile, Turquía, Japón). El derretimiento de los hielos polares hace perder el balance a la rotación de la Tierra (produce un efecto de freno en la rotación al trasladar masa de los polos a los océanos), y esto obliga a un ajuste de las placas tectónicas que las lleva a buscar su reequilibrio. El desplazamiento de placas, en los últimos seísmos, ha sido hacia el eje de rotación de la Tierra, provocando un aumento de su velocidad. Como bien lo explica el geofísico Richard Gross, es como el neumático de un automóvil: "si el neumático no está perfectamente equilibrado, vibrará. Para que esto no ocurra el mecánico le agrega pesos a la llanta para reequilibrar la rueda alrededor de su eje". Hay que reconocer, como especie humana, que en el último siglo y medio hemos alterado todos los equilibrios de nuestro planeta, y eso comienza a pasarnos la cuenta.
Esta es una captura con los datos del SPEEDI:

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