Y ayer Citigroup soltó una inesperada bomba de relojería
 
        
         
        
             
              S. McCoy 
             
             
       
      
       
        
        
         05/09/2012
         06:00h  leido en www.cotizalia.com
Al menos para quien esto suscribe cuasi a diario. De acuerdo con la agencia de noticias Bloomberg, los analistas de Citigroup prevén que Arabia Saudita se convierta en importador neto de petróleo de aquí a 2030. Dar carta de validez a pronósticos a tan largo plazo suele ser receta para el descrédito de quien lo hace, léase McCoy. Pero son tan relevantes las consecuencias que se derivarían de que ese hecho ocurriera, de ese long tail risk,
 que merece la pena detenerse un pelín en la historia. Y no, no me estoy
 refiriendo a las implicaciones sobre la oferta y demanda de crudo, muy 
relativizadas desde el boom del shale oil, que también, sino, sobre todo, a lo que puede suponer en términos de estabilidad para una de las zonas más críticas del planeta, que menudo veranito nos han vuelto a dar Israel e Irán, por no hablar de Siria.
Sigamos con la información. El reino wahabita (actualizado a las 18:00, por error había puesto alauita, sorry)
 afirma, consume internamente prácticamente un cuarto del crudo que 
genera, que es utilizado fundamentalmente para la generación eléctrica 
dado su carácter subsidiado. Se usa de forma simultánea al gas natural 
cuya producción se destina íntegramente al mercado interior con el mismo
 fin. Pues bien, resulta que la demanda de electricidad está creciendo 
en el país a ritmos del 8% anual. ¿Y? Y… puesto el dato en consonancia 
con los barriles que a diario salen de los pozos locales, el analista 
del banco de inversión estadounidense Heidy Rehman advierte del inevitable salto de este estado de exportador a comprador de oro negro en menos de dos décadas. Proyecta que algo queda. Pero… ¿si su vaticinio se cumple?
Lo interesante llega a continuación, cuando pasa a explicar los efectos de tal proceso. El 86% de los ingresos presupuestarios de Arabia Saudita se derivan del petróleo. De sus pozos sale el 13% del output
 mundial. Es precisamente el flujo de caja derivado de la venta de la 
materia prima lo que permite mantener una estructura de gobierno arcaica
 y sofocar el descontento popular, sobre todo en los más jóvenes, a base
 de inversiones públicas y subvenciones ‘privadas’. No en vano, y por 
volver al tema que nos ocupa, las eléctricas pagan menos de $15 el 
barril por el acopio de combustible para sus centrales de fuel frente a 
los $115 al que cotiza, por ejemplo, el Brent generando de este modo un 
‘agujero’ para las arcas públicas cercano a los 80.000 millones de 
dólares. Es también ese dinero el que permite comprar seguridad 
armamentística y financiar la expansión del Islam por los cinco 
continentes a través de la construcción de mezquitas o escuelas 
coránicas, por poner solo dos ejemplos.
¿Qué
 ocurriría en caso de desaparecer ese chorro de millones? Para cuando 
sucediera ya habría perdido la condición de árbitro en la oferta de 
crudo OPEP, al carecer de recursos físicos para compensar desequilibrios
 como hasta ahora y perder el ascendente sobre los elementos más 
díscolos de la organización. Aumentaría la volatilidad del suministro.
 Además, si los precios siguieran a los niveles actuales, se encontraría
 con un coste de acopio disparado que podría empeorar aún más sus 
finanzas internas. Algo que necesariamente conduciría a restricciones de
 inciertas consecuencias sociales, hasta el punto de que no sería descartable una nueva ‘primavera’ política en la región.
 Eso por no hablar del impacto que tal vulnerabilidad re-generaría en 
una zona ya de por sí calentita al quedar con  el coxis al viento el 
mayor aliado de los Estados Unidos.
No es de extrañar que, ante ese panorama, internamente se esté defiendo el desarrollo de alternativas de abastecimiento energético como la nuclear o la basada en energías renovables. Lo
 cuestionado por un motivo (seguridad y residuos) u otro (ayudas a la 
producción) en el mundo occidental se convierte en Arabia Saudita en una
 apuesta por la propia supervivencia. Fuera remilgos. El problema, al 
menos en el caso de la nuclear, es: ¿llegará a tiempo? Desde fuera, 
además, se apela a la inviabilidad financiera del modelo subsidiado 
actual, si se cumplen los peores augurios, y se conmina a sus dirigentes
 a despertar del sueño de la abundancia y cambiarlo a través de la 
liberalización de los mercados interiores, la eliminación de las ayudas y
 la gestión eficiente de su disponible. ¿Serán capaces?
Ya ven cómo está el patio.
 
 
