miércoles, 10 de agosto de 2011

¡ CRASH !

En una semana igualita a la de ahora de hace cuatro años, cuando emergió la crisis subprime y sus consecuencias, un veterano banquero de inversión me explicaba que el desplome de las bolsas se debía a la acción inexperta de los becarios de los grandes fondos, que se habían puesto cortos para no asumir riesgos en pleno agosto. Sin dejar de ser en parte cierto, el ilustre no dijo ni una palabra de los famosos CDS (credit default swaps), de los CDO (obligaciones de deuda colateralizada) o los SPV, vehículos financieros con fines especiales. Vocablos incomprensibles para los humanos de a pie que escondían una maraña financiera que acabó un año después con la quiebra de varias grandes instituciones financieras y el rescate con dinero público de la mayoría de ellas.





Hoy la situación es muy parecida, con el matiz de que los que explican la coyuntura son los técnicos de la Comisión Europea o los políticos locales, los cuales, como en su día los banqueros de inversión, ocultan la verdad, ya no se si por desconocimiento –no tienen ni puñetera idea de cómo funcionan los mercados- o por la estrategia de mantener a salvo su estructura de prebendas. Porque oír el pasado lunes a José Blanco que el desplome bursátil “ya lo teníamos previsto” y a González Pons exigiendo el adelanto electoral del adelanto como única solución a la crisis es para echarse a llorar.



Pero de rabia por ver una vez más en manos de quiénes estamos, unos ineptos incapaces de controlar su corralito, que han llevado a las comunidades autónomas donde mandan y a varias de sus cajas de ahorros a la bancarrota más absoluta. Rubalcaba, el candidato de la izquierda, quiere hacernos creer que tiene el algoritmo perfecto para arreglar el desaguisado del que él mismo ha participado en primera persona, y Rajoy, el mismo que decía que su amigo Paco Camps era un hombre honesto, asegura atesorar la varita mágica para reconducir el país. Alguien debería recordarle que lo mismo se pensaba de Barack Obama hace cuatro años, con la ventaja del americano respecto al gallego de que su color de piel le hacía ganarse el fervor de más feligreses. Hoy, Estados Unidos está tan hundido como España y sin visos de mejora. El debate no es político, señores.



Por todo ello, cada vez estoy más convencido de que se necesita un crash definitivo, un batacazo económico y social que ponga de una vez por todas a cada uno en su sitio. A políticos corruptos, tertulianos correligionarios o banqueros evasores de apellidos ilustres, ya sea por la acción de los mismos hedgefunds que años atrás hacían ganar muchísimo dinero a cualquier tuercebotas, o por la de los encabronados indignados del 15-M. Para que, desde lo más profundo del pozo, se adopten medidas alejadas de la hipocresía y del bien particular en favor del sentido común y del bien general.



Unas decisiones que en mi modesta opinión deberían pasar por tres cuestiones claves: la privada, la pública y la lógica.



  1. La primera dirigida al reconocimiento de una vez por todas de las pérdidas reales de la banca por su exposición al sector inmobiliario. Lo que se conoce como un writte-off. Es urgente que Santander, BBVA, La Caixa, Bankia y compañía admitan que un año van a pasar de dar beneficios de miles de millones a pérdidas de gran tamaño, tal y como han hecho todos los grandes grupos financieros del mundo. Obviamente eso provocaría un hundimiento de sus cotizaciones a niveles insospechados y la desaparición del dividendo anual, pero a partir de ese momento sus balances estarían limpios y podrían empezar a dar créditos, el oxígeno de cualquier economía. La recuperación solo puede pasar por la eliminación de los zombies.
  2. La segunda es un ajuste brutal de los recursos públicos, con el despido masivo de funcionarios sobrantes, ya sea por su tradicional y relajante actividad laboral –que me perdonen los honestos, que los hay- o porque con tanto recorte van a estar mano sobre mano. La caja, que hace tiempo que no paga al momento la luz, la recogida de basuras y los medicamentos, ya no da ni para la feria de verano. Los que han hecho números dicen que se puede prescindir de 300.000, que podrían salir de forma gradual, para que tengan tiempo de practicar eso tan sano que se llama buscarse la vida. Ni más ni menos que lo que ha pasado en el sector privado.
  3. La tercera pasa por dejar de utilizar la contabilidad artificial, la de hacerse trampas en el solitario. Ya está bien de emplear la expresión insolvente cuando la realidad es que se está arruinado. Es necesario decirle al ciudadano que se acabaron los parabienes sociales, las ayudas para todo y las subvenciones para cualquier actividad cultural, sindical, política o lingüística que solo pretende ganarse cuatro votos mal contados. Como nos van a brear a impuestos para pagar la borrachera oficial, por lo menos que nos lo digan a la cara, sin ambages, para que cada cual tome después su decisión, ya sea cambiado su voto o sumándose a cualquier protesta revolucionaria. Lo que no puede ser es que sigan los mismos después de tanta barbarie privada y sacrificio social.

Basta de diplomacia ausente de contenido. El sistema está podrido. Es hora de revolucionar democráticamente. La oportunidad es fantástica. 
Leido en www.cotizalia.com  por Agustín Marco   06/08/2011 06:00h

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